La nochebuena de 1987, cuando aún era un niño, mi padre me regaló dos automóviles a escala: Un Ferrari Testarossa, y un Mercedes-Benz 500 SEC. Ambos autos, en su versiones a tamaño real, eran la élite de la élite; había comenzado la segunda mitad de la década de los 80, una época llena de opulencia: El Ferrari y el Mercedes eran lo mejor de los dos mundos: Potencia, lujo y refinamiento. Aquella noche de navidad, iríamos a celebrarla en casa de un tío: Justo antes de salir rumbo al lugar, mi padre me preguntó, cuál automóvil, de entre los dos que me había regalado, llevaría conmigo: Le dije que podría ser el Ferrari, pero él insistió en que mejor, llevara el Mercedes… Recuerdo que gran parte de aquella celebración, estuve más pendiente de mi nuevo Mercedes-Benz 500 SEC a escala, que de cualquier otra cosa. A partir de ese día, desarrollé una gran afición e idolatría por la marca de la estrella. Mi sueño era tener uno real…
…29 años después de aquella noche, me encontraría celebrando la nochebuena de 2016, contemplando bajo un manto de luces artificiales, junto a mi bella esposa, mi regalo de navidad, con caja mecánica – Getrag – Close ratio – suspensión autonivelante, motor de tres litros de 230cv, culata multialvular, dotado en el interior, con la madera de zebrano, más hermosa que yo haya tenido nunca ántes: Mi Mercedes-Benz 300E-24v.